¿Fue verdad... o tan solo un sueño?

Había oído hablar del glorioso pasado de la villa de Cantillana, su reconquista por el Santo Monarca Fernando III, la cuna de personajes ilustres o valerosos bandidos como Curro Jiménez, sus fiestas y tradiciones... mas nunca había ido para verlo, sentirlo, percibirlo todo en persona... hasta precisamente hoy, hace una semana que por vez primera sentí el aliento de este bendito pueblo de la comarca sevillana de la forma más sublime que podía existir : el amparo Mariano.
Todo fue por ella, tan cercana, tan magna persona que abarca en mi corazón fue la que me atrapó en el caprichoso lazo de la curiosidad ''Ven chiquillo, te va a encantar, nada más que la mires te vas a enamorar. Ella te coge con sus brazos y te busca con su mirada, quiere ser siempre tu protectora y te mima. Ella es siempre tan pura y tan limpia...''
Cuanta razón tenías amiga mía... siempre me acordaré de tus palabras, mi querida Andrea...
Fue bajar del autobús y ya el aire se respiraba diferente al de la gran capital, era como si se hubiese vestido de gran gala para la tan conocida ocasión que se avecinaba.
Mi buen amigo Noble, quién ofrecía sus notas musicales detrás de la joven Dama me mostró la situación del pueblo, hasta el cielo se había revestido de los colores de nuestra tierra, blacno y azul inmaculado entre luces brillantes y estallidos de cohetes con el emocionado repicar de la torre mayor de Palacio.
Ataviados y listos, nos disponíamos a buscar la Morada de la Señora, tan grande y majestuosa... Los ojos de los cantillaneros atisvaban la chispa de la emoción y del sentimiento, pues había pasado un año y de nuevo, la excelsa Madre volvía de nuevo a jurar el Dogma que la elevó bella y clara a los Cielos.
Al dar la hora novena, por la gran puerta de tan antigua Morada, poco a poco se fue reflejando un ascua de luz inmenso... No hacía falta ningún cortejo para señalar, pues los ángeles que la hacían navegar eran fieles reflejos de ciriales ante la barroca hermosura de su talla.
Ya estaba en la calle. Se volvió a juntar con los suyos cuán Muchacha se reencuentra con su familia después de tanto tiempo sin estar a su vera, y tan magna ovación de cuantos querían estar delante de sus andas para no perder ni un detalle de cualquier punto de su sombra.
En la primera parada, todo se volvió hacia Ella... comenzamos a cantar su gran plegaria, esa que las madre según dicen, le van cantando al fruto de su vientre nada más que nace en ellas, al igual seguro que haría la Santa Regina a su Redentor en las largas tardes en Nazaret.
El día se fue despidiendo, y llegó la noche para ir acompañándola... como sería el momento que a sus pies cayó la luna rendida, y doce estrellas bajaron del firmamento para hacerle una aureola de salida.
La lluvia que año atrás quiso estropear el gran momento, hoy se había rociado sobre su rostro en forma de pétalos de rosas que iban perfumando el gran barco plateado y dorado que quería navegar entre la multitud para prosegui.
Al filo de la medianoche, muchos afirman que a esta joven Chiquilla al cruzar la única puerta del Cielo intacta y original, se le atisba una sonrisa sin igual, los carrillos se le convierten en dos amapolas.
Todo se iba consumando. Tras parar unos minutos en el joyero donde guarda una calca a su imagen y semejanza, con el alma cansada, comenzó de nuevo a subir para regresar a su hogar, aquel sitio conocido como ''el reloj''.
No había vuelta atrás. Ahora quizá era todo aún con mayor ovación con Ella... una marcha tras otra y sus divinos ángeles de rudos costales no cesaban. Recordaba tanto a esa otra gran fecha tan señalada cuando vuelve a reinar en su camarín.. no todo ocurre por pura casualidad.
Eran las seis de la mañana, y llegó el momento de la despedida. Tal y como vino, se fue adentro. Los cochetes y una vez más el repicar emocionado y triste a la vez de las campanas puso el broche de oro a la ya madrugada.
Comenzaba a despuntar el alba cuando retorné al hogar... No daba crédito a lo que mis ojos habían vivido y presenciado esa mágica noche. Hasta los relojes ese día tuvieron que parar de contar y cantar las horas.
Hoy, vuelvo a soñar despierto, descontando los meses para volver a ver un nuevo 15 de Agosto... No puedo evitarlo... de aquel pueblo, me fui admirado, maravillado, asombrado...

Entre lágrimas emocionadas,
fuiste caricia y consuelo,
y al recogerlas con dulzura,
tu mantilla, fue bello pañuelo.

Este año, una vez más,
han cantado los cochetes en el cielo,
y volvió a salir la Asunción Gloriosa,
para bendecir a todo su pueblo.

Y es lo dice tu pueblo,
al llegar el filo de la madrugada,
sobre pétalos en Martín Rey,
te van rezando una plegaria.

Una plegaria que sale de la boca,
en el alma, nace un ''te quiero'',
y lo van exclamando al mundo,
¡eres el mejor de los remedios!.

Es que esa noche,
fuiste para el perdido un camino,
luz para los ciegos,
y agua para el sediento peregrino.

Piernas para un cojo,
sanamiento para el herido,
tus brazos, para un manco,
y antídoto para el herido.

Aún sigo pensando,
¿fue un sueño o una verdad?
o quizás el reflejo del firmamento,
en una misma realidad.

Sólo deseo volver a verte,
admirar tus andares de Soberana,
y escuchar a una misma voz,
¡VIVA LA ASUNCIÓN GLORIOSA!
¡VIVA LA REINA DE CANTILLANA!



Antonio Vázquez Bayón.


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