La víspera de una buena nueva...

La mañana del día del Señor se había levantado un tanto tapada, y es que hasta las nubes curiosas no querían faltar a tan importante cita.
Y es que había llegado de nuevo tu hora, joven Enfermera... volviste a despertar de tu letargo, pensando que había llegado la primavera, y no era ella quién te daba los buenos días pues ante ti se había inclinado el casi epílogo del verano.
Como una joven cualquiera del perfecto y alineado barrio, abrió las puertas de su blanco cortijo... hoy no era el día, aún no... hoy abría su casa para recibir a todos aquellos que quisiesen pasarse a saludarla.
Así había sido. Como una más, los vecinos iban a darle los buenos días, otros quizá las buenas tardes. La saludaban y quedaban absortos ante tan magna belleza de Mirada, y todos la despedían en agradecimiento de la forma más sencilla y singular que se pueda realizar, con un humilde y dulce beso que quedaría grabado por una promesa cumplida, por la marcha de un pobre enfermo que deseaba con todas sus fuerzas estar bajo la protección y amparo de su manto.
Me encontraba algo nervioso. Hacía bastante tiempo que no acudía a ver a esta delicada Sanadora, pues los días no habían sido propicios para estar sentado a sus plantas para hablar de tantas y tantas cosas que a muchos como yo suceden en la vida... mas ese día parecía diferente, observaba que algo bueno ocurriría muy cerca de su Casa; y es que su Misericordia traspasa las fronteras de lo inexplicable.
Crucé la plaza donde seguramente, el sonido de la infancia resuena aún en la acutalidad : niños al ''pilla pilla'', el juego del balón, las muñecas... Mi corazón latía con más insistencia cuando crucé el dintel de su puerta.
Allí estaba. No parecía la misma Mujer que había admirado años atrás... tan pura y tan limpia, tan bien trazada y tan sencilla... su cara estaba al descubierto, azul noche era su vestido y el manto que le ofrecía cobijo. Y quizá para aún más acrecentar su belleza, y decirle al mundo que también tiene talle de sevillana, hizo bajar de los cielos para adornar su pelo, una mantilla inmaculada.
Como sería de hospitalaria, que hasta me ofreció sentarme junto a su vera, para mostrarme su jardín digno de una Soberana... hacía recordar aquellos tiempos de antaño donde los vecinos de la cava se reunían para cantar y bailar entre los aromas de aquellas macetas que parecían sacadas de bellos sueños.
Nos miramos frente a frente, sus ojos con los míos... hasta los relojes quisieron dejar de marcar las horas durante un instante.
En sus ojos había tanta paz y armonía... hasta los cinco surcos que bajaban sobre su rostro quisieran hacer sacarle una sonrisa... Y los míos de tanta emoción comenzaron a nublarse, para acabar diciendo de mis labios ''¡Qué bonita vas, Madre!".
Y es que es así. El amor que puede llegar a profesar una Madre por sus hijos es el mayor gesto de entrega que cualquier persona pudiese realizar... el abrazo, el beso, la mirada limpia pura que nos ofrece.
Ella es así, maternal, nos mima y cuida con esmero. Nos ofrece su amparo, el calor de aliento y el cobijo de su manto...
Eso es ser una Madre, así es nuestra Reina... María, Salud de los Enfermos...

Dulzura del Tardón,
conocida en Sevilla entera,
en el Cielo la Reina,
de mi corazón la Dueña.

Reja para el ''te quiero'',
clavel en el balcón,
Esposa de la Iglesia,
Madre del Soberano Redentor.

Jazmín en la ventana,
Plaza Anita en flor,
musa del poeta,
que en primavera, despierta de amor.

Causa de nuestra alegría,
Consuelo de nuestro penar,
escogida por el dedo de Dios,
para en este barrio reinar.

Mística y Esplendorosa,
de todas la mejor de las mujeres,
y bendito el Santo Fruto,
que germinó de tu vientre.

El mismo Fruto que un día,
por nosotros murió,
y al tercer día según las Escrituras,
de entre los muertos resucitó.

Puerta Santa del Cielo,
camino para el peregrinar,
aquella que con su estela,
a esta tierra ayuda a levantar.

Enséñame a quererte,
por los caminos del alma,
para cuando llegue la muerte,
al Paraíso me eleves con tus alas.

Itercede por Triana,
llévame por los pensamientos de la verdad,
para conseguir a tu lado Madre,


¡LA VIDA ETERNA ALCANZAR!

Antonio Vázquez Bayón



Entradas populares